Las claves: los híbridos suavizan la transición del automóvil, pero no son un producto milagro
Convendría no hacerse trampas al solitario y que el sistema fuera más acorde con la realidad

Que la tecnología automovilística más práctica y con más futuro a corto plazo en el momento actual es la de los vehículos híbridos parece fuera de toda duda, debido a la escasa red de recarga, y a las restricciones a la movilidad de las grandes ciudades. Pero eso no debe ser óbice para tratar a los distintos tipos de híbridos con cierta justicia en cuanto a su poder contaminante. Véanse los híbridos no enchufables suaves, que tienen una pequeña batería que sirve de apoyo, pero que contaminan prácticamente lo mismo que los de combustión. Y los enchufables pueden emitir mucha polución, incluso más que los tradicionales, porque tienen que transportar una pesada batería. Las etiquetas ECO de la Dirección General de Tráfico no tienen estas particularidades en cuenta. Es verdad que están ayudando a la industria a mantener el ritmo de ventas, y a los usuarios a sortear las dificultades que ponen los Ayuntamientos. Pero convendría no hacerse trampas al solitario y que el sistema fuera más acorde con la realidad. Aunque luego hubiera que abrir la mano para que la transición sea relativamente suave.
La implacable maquinaria jurídica de los bancos, contra los usuarios
La maquinaria jurídica de las grandes empresas es implacable (solo un poco menos que la del Estado), y la de los bancos ha encontrado otra grieta para retrasar la devolución de los gastos hipotecarios pagados de más por los usuarios, según una sentencia del Tribunal Supremo. Las entidades defienden que la mayoría de las reclamaciones se han presentado más allá de los cinco años de prescripción: consideran que en 2016 y 2017 los medios dieron buena cuenta de la posibilidad de exigir el dinero. Los jueces están divididos al respecto. En los choques entre empresas y usuarios, las primeras pueden abusar de dilatar los procesos, y los segundos no.
El patito feo de la Bolsa europea pone a los mercados a bailar
Si hace cinco años le hubieran dicho a un analista de Bolsa que, en un lustro, el mercado más rentable entre los grandes parqués europeos iba a ser el Ibex, es probable que se hubiera dado con un canto en los dientes. Poco diversificado, poco tecnológico, plagado de valores pequeños, muy dependiente de un puñado empresas y un largo etcétera de sambenitos no han podido con los vientos de cola, esos que, paradójicamente, han coincidido con los contras: falta diversificación, sí, pero el sobrepeso de los bancos ha hecho que el índice vuele al calor del sector financiero. También es verdad que todos los parqués europeos están funcionando bien. Pero el Ibex es el primero. Si la inversión fuera fácil, todos seríamos ricos.
La frase
Un mercado europeo que funcione bien es muy importante para nosotros. Parece que hay una sensación de urgencia [entre las autoridades]. Entre los principales obstáculos están las leyes nacionales de valores, las leyes societarias y los regímenes de insolvenciaMalin Norberg, jefa de estrategias de mercado de Norges Bank Investment Management
La difícil tarea de escoger carrera universitaria
Son estas fechas señaladas para los jóvenes (y no tan jóvenes) que se disponen a empezar su etapa universitaria y que no han sido bendecidos (o condenados) con el don de la vocación. La lista que se pone ante ellos, si es que tienen una nota suficiente como para ensancharla, es casi interminable. Y asusta. Lo suyo cuando uno elige el grado que quizá condicione el resto de su vida profesional, es encontrar la simbiosis perfecta entre vocación y empleabilidad. Entre gusto y dinero. El problema es que, para muchos, es o una u otra. Algunos tienen suerte y se encuentran con que hay un doble grado que une dos conceptos que nunca debieron separarse, como las matemáticas y la filosofía. Otros tienen que peinar más fino. Ninguno de ellos debe olvidar, sin embargo, que la vida da muchas vueltas.