Movimientos tectónicos
Mantener la inversión en tiempos de incertidumbre
Una de nuestras convicciones este 2025 es que estamos ante un cambio tectónico en la economía mundial.
La arquitectura global por la que EE. UU., la mayor economía del mundo proporciona estabilidad, garantías de seguridad y una rentabilidad superior en sus activos a cambio de capital extranjero se tambalea con unas políticas estadounidenses que socavan la confianza. Las tenencias extranjeras de activos estadounidenses representan alrededor de 90 % de su PIB y la repatriación de capital de EE. UU. es un riesgo creciente. Hay que tener en cuenta que los primeros anuncios arancelarios y ataques de Trump al presidente de la Reserva Federal, aunque se han suavizado, han dejado un daño duradero en la reputación internacional de EE. UU. El resultado es debilitamiento de la confianza y unos mercados propensos a la volatilidad. Muchas empresas no pueden proporcionar orientación de beneficios porque no saben qué esperar. Por su parte los hogares estadounidenses, preocupados por el aumento de precios, han adelantado algunas compras. La menor demanda de gasolina apunta a desaceleración y varias empresas de consumo de EE.UU. han recortado previsiones por debilidad de las ventas. Mientras la mayoría de las empresas de productos básicos planea subir sus precios.
Aunque la desregulación y recortes de impuestos pueden ayudar con el tiempo, se justifica la cautela en activos de mayor riesgo. De momento la Cámara de Representantes de EE. UU. ha aprobado por estrecho margen el “Gran y Hermoso Proyecto de Ley” que promete amplios recortes fiscales, alimentando las preocupaciones de los mercados. Puede añadir 2,3 billones de dólares a su déficit la próxima década, cuando Moody’s ha rebajado la máxima calificación crediticia de la deuda de EE. UU.
Al mismo tiempo, la disposición de Alemania a aumentar el gasto fiscal implica un posible “cambio de las reglas del juego”, que puede extenderse en Europa, donde el crédito y una política monetaria expansiva pueden respaldar una reactivación estructural. El PMI compuesto preliminar en la eurozona ha bajado a 49,5 en mayo, lo que indica contracción, por debilidad del sector servicios, aunque el crecimiento del PIB de Alemania el primer trimestre se ha revisado al alza hasta 0,4 % inter trimestral, desde 0,2 %, impulsado por una producción manufacturera más fuerte de lo esperado.
Por su parte China muestra confianza en su papel como potencia mundial, con éxitos del sector tecnológico y algunas empresas más competitivas frente a las estadounidenses. Aunque la actividad económica fue mixta en abril y las ventas minoristas no cumplieron las expectativas, la producción industrial superó las expectativas.
El caso es que la composición del índice mundial MSCI World puede cambiar con el tiempo, hasta el punto de que el peso de EE. UU. puede pasar de 72 % actual a alrededor de 62 %, siendo Europa el principal beneficiario. De hecho, en el contexto de la reactivación de Europa, preferimos bonos y renta variable europeos a renta variable estadounidense.
Mantener la inversión en tiempos de incertidumbre
Con todo, construir una cartera resiliente requiere evitar el ruido a corto plazo. Se requieren objetivos de inversión y una asignación estratégica a diferentes clases de activos en función de las rentabilidades esperadas, tolerancia al riesgo y horizonte temporal, con una parte líquida para amortiguar resultados imprevistos.
Hay que tener en cuenta que lo que más temen los mercados financieros es la incertidumbre, que puede generar alarmantes liquidaciones masivas y desencadenar la más básica de las emociones humanas: el miedo por aversión a las pérdidas. De hecho, muchas crisis financieras han estado marcadas por ventas masivas que acentuaron el movimiento a la baja, exacerbando la verdadera magnitud de la perturbación.
Sin embargo la historia muestra que para capear las turbulencias a corto plazo conviene la disciplina. Como el viejo adagio indica: "No se trata de acertar el momento del mercado, sino el tiempo que estés en el mercado“.
Hay que tener en cuenta que acertar el momento del mercado es muy difícil e intentarlo casi siempre destruye valor. Efectivamente por naturaleza los mercados financieros muestran altibajos. Aunque nadie sabe con certeza hacia dónde se dirigirá el mercado, a períodos de bruscas correcciones siguen fases de repuntes importantes. Los mercados bursátiles tras mínimos en shocks recientes han sido capaces de volver a beneficios en un año. Pero los días de mayor rentabilidad son impredecibles y a menudo tienen lugar entre caídas del mercado. Ha sido el caso el pasado 9 de abril, el décimo mejor día de la historia del índice S&P 500 de EE. UU.
El caso es que las caídas no son infrecuentes. En el índice S&P 500 son en promedio del 13,8 %. Pero el inversor paciente entre 1990 y 2024 obtuvo una rentabilidad anualizada del 10,6 % en este índice. Un dólar alcanzó valor de 30,4 dólares para quien se mantuvo invertido todo el tiempo. Pero quien se salió y perdió los diez mejores días obtuvo 13,8 dólares y quien se perdió los 30 mejores días solo 5,1 dólares, seis veces menos. Se debe a que las empresas, independientemente de las fluctuaciones a corto plazo, pueden seguir creando valor y el precio de sus acciones tiende a converger hacia el valor razonable.
A partir de las crisis suelen surgir las mejores oportunidades
Más aún, precisamente a partir de fases de crisis suelen surgir las mejores oportunidades. De hecho, pueden ser el catalizador de la innovación y la creación de valor. Así fue con la del petróleo en la década de los 70, que estimuló la eficiencia y diversificación energética. Por su parte la burbuja “puntocom” de finales la década de los 90 y principios del 2000, alimentada por la especulación, marcó el comienzo de la era de Internet. Más recientemente la pandemia Covid-19 ha provocado una recesión económica mundial, pero también acelerado la digitalización, el trabajo a distancia y el comercio electrónico.
En conclusión, en tiempos turbulentos, vale la pena evaluar el panorama general y mantener la compostura.
Actualmente es crucial la resiliencia, pero también estar preparado para aprovechar las oportunidades. Así que hay que mantener cierta flexibilidad y margen para reaccionar ante sorpresas inesperadas en medio de las turbulencias geopolíticas y la volatilidad. Es fundamental la diversificación, la gestión del riesgo y la reevaluación y adaptación periódica a las nuevas condiciones de la economía mundial.
Luis Sánchez de Lamadrid, managing director, Pictet Wealth Management en España