Ha pasado una década desde que Álvaro Castellanos e Iván Morales abrieron Arzábal, una pequeña taberna con cinco mesas, en la calle Doctor Castelo, que hoy ocupa su primer restaurante japonés, Kirikata. Pronto se vieron desbordados por el éxito y tuvieron que mudarse a un espacio más amplio, a la calle Menéndez Pelayo. Y ahí siguen, aunque ya no son unos taberneros al uso, sino que gestionan un grupo de restauración con más de 200 empleados y varios locales (Arzábal Market, en el Mercado de San Miguel, que gestiona las principales barras del mercado de madrileño, y Arzábal Museo, en el Reina Sofía de Madrid), y con el que pretenden cerrar el año con una facturación de 16 millones de euros. No quieren quedarse ahí, sino que desean seguir creciendo, y aprendiendo sobre todo de sus errores. Porque no todo ha sido un camino de rosas en la trayectoria de estos dos emprendedores. También suma algún que otro fracaso, como el de Lovnis, su proyecto de platos combinados.Pero lo que sigue siendo un éxito infalible es Arzábal Retiro, que a finales del año pasado ampliaron para atender en 200 metros cuadrados la demanda de la clientela que acude fiel en busca de platos que se han convertido en clásicos. Y en ese apartado se incluyen como indispensables la ensaladilla con ventresca (17 euros), las croquetas de ibérico con leche de oveja latxa (14), las patatas a la importancia con cigalitas (18) o la cazuelita de callos (16 euros). El steak tartar también merece la pena probarlo (24 euros), como el bonito a la brasa con ajos fritos (47 euros/kilo). De postre, torrija con helado (9 euros). La carta de vinos cuenta con 650 referencias. Arzábal Retiro: Menéndez Pelayo, 13. Madrid. Teléfono: 914 095 661. www.arzabalcom.